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Así sucedió en tiempos de Noé,
cuando el diluvio mató a los gigantes.
La gente buena,
que era la esperanza del mundo,
se salvó en una frágil barca.

Con los que se salvaron
comenzó una nueva humanidad.
¡Alabado sea Dios
por la madera que se usa para el bien!
Pero maldito sea el ídolo
hecho por manos humanas.
Que les vaya mal
al ídolo y a quien lo hizo:
al ídolo por ser adorado como un dios,
a pesar de que se pudre,
y al hombre por haberlo fabricado.

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